Por: Róger Almanza
Frente al coloso San Cristóbal, en el municipio de Chichigalpa, Chinandega, uno de los secretos mejor guardados se esconde en amplias bodegas. Una a una encierran tras enormes puertas de madera centenares de toneles, todos llenos de ron.
Hoy abren sus puertas y comparten el secreto de uno de los rones más destacados del mundo. Su historia está dispuesta a los visitantes.
Una hora y media de recorrido pasea al visitante por campos verdosos donde sobresalen más allá de las palmeras las imponentes bodegas ansiosas por ser abiertas.
El viaje inicia en la nombrada Estación Chichigalpa, donde el visitante tiene la oportunidad de conocer la locomotora número cinco que desde 1890 era utilizada para trasladar la caña de azúcar al ingenio.
El antiguo cine Adela cuenta un poco la historia del Ingenio y de la marca Flor de Caña. Aquí aún perdura la cámara que reproducía las películas para entretenimiento de los empleados.
Una bodega de lujo es mantenida con celoso cuidado en el lugar. Se trata de la reserva de la familia, aquí, rones de hace varias décadas reposan para un día salir en estéticas botellas y recorrer el mundo.
El visitante podrá conocer de las propias manos de los artesanos el armado de los toneles que guardan el ron por varios años, para luego llegar hasta la bodega más importante del lugar, Slow Aged, aquí se envejecen genuinamente los rones. En este espacio las fotografías están prohibidas por razones de seguridad.
Finalmente, el museo Flor de Caña se abre a los visitantes para mostrar la colección privada de la empresa Flor de Caña desde sus inicios.
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